VIDA 1 - BORRADORES JABB

Situaciones, muchas y distintas, deseos en aires desconocidos que se quedan tras las sombras, letras a la mañana, revueltas, sujetas del pasamano, del asiento, de la vista, del lente, pequeñísimas de lo alto del Olimpo, desde la tribuna, fuera de riesgo, a salvo de críticas, mentes perdidas en el laberinto sin fin ni forma, castigo, plenitud,  libertad desconocida como los deseos del hombre, como su camino, difiriendo de su arrogancia esa si es bien conocida, criticada.

 

Miedos de la noche, tristes madrugadas de luces, de penas, de insomnio y de muerte, sumisos, ocultos tras las sábanas, tras las rejas de la conciencia que activan los sensores al salir, que embriagan un cuerpo ciego, maleable, sencillo. Una cuchara de agrio sin sabor, el insomnio, la lágrima que corre, que recuerda, que fija su memoria en tiempos pasados y tranquilos, de cielo azul y paz.

 

Temblores de luna, arena en la mañana salen del suelo, y arremeten, caen encima, se vuelve material, el miedo de noches futuras, la desgracia presente, la luz temblorosa del cáliz inerte sin vida, sin fin, pero con fondo, con fondo como el mar, los latones suenan, rebotan los proyectiles y la estupidez de aquellos sin cascos duros, sin templados nervios, esperando salvación gratuita, divina, esperando pacientes, haciendo que las cosas pasen, no hay victorias y los globos en el cielo caen de repente como bolsas blancas sobre sus cabezas de sangre, caen como vacas al matadero, luchan sin cesar, reces de cuerpo, hombres de alma, camal horrendo, espectro infernal, recuerdos del pasado, sentimiento presente.

 

Caen del cielo de todo porte y calidad, caen en la tierra junto a ellos, con ellos, conmigo, caen sin cesar del monte Olimpo los espectadores y recuerdan sus deseos, olvidan su arrogancia, son los buenos pues no quieren morir y las torretas no cesan, no dan tregua, muerte profunda bajo las sábanas, saber qué se siente, morir ahí.

 

Oídos sordos y cuerpos sangrientos, olas teñidas y bestias flotantes, cestos metálicos contra el poder bravío de un ejército sin piedad,  de un país pintado de rojo, de arándanos ridículos salpicando sin descanso, y las voces también sordas de cánticos nórdicos que indican el furor de la batalla, el tibio de la sangre y la comunión bélica de miles sin causa, sin remedio, el grito de guerra sin sentido, de ideas estúpidas, que al fin son criticadas, de críticas que no fueron atendidas y clamores  que no fueron escuchados.

 

JOAQUÍN ALONZO BUTRÓN BEGAZO 

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