A UN MILLÓN DE PASOS- BORRADORES JABB

 

Le dijeron a Mr. Blue que presenciara su juicio, que escuchara su condena, su evaluación, sin embargo los mudos jueces han deliberado en secreto, en lo profundo de la sala tras las puertas de madera. Suenan sus voces y las sombras se dejan ver por la ventana retroiluminadas por el vago reflector de luz amarillenta. El vidrio está sucio y es en lo que se fija la mirada de condenado de su dueño.

 

Sus ojos saltones miraban al final de la sala, y no sabían ya donde encontrar fin, iban perdidos en el espacio recordando cada detalle, almacenando cada rincón. Y recordó sus jóvenes días de libertad. No sé si entonces pensaré en la libertad como ahora, pero de seguro que no.

 

Oyó el crujir de la puerta que se mezclaba asquerosamente penetrante y doloroso en sus tímpanos con el sonido de las las metálicas puertas de la carceleta del juzgado en sus recorridos rectos, se había acabado el sueño, el sueño que en estas líneas comienza, Mr. Blue aún no comete crimen, aún no tiene por qué arrepentirse, Mr. Blue fue condenado por sus actos, por su impulsividad.

 

Despertó temprano y vio el sol de la mañana contra la paredes de su celda que dibujaba las sombras de los barrotes que velaban su encierro. Se puso de pie de una cama inexistente, y se irguió sobre el sector de concreto que había servido de almohada durante las últimas horas de sueño, despertó y sin saber por qué  culposo se arrepiente en un mar de lágrimas de sollozo triste y melancólico, en la radio del guardián se escuchaban las notas de una canción de R&B, la guitarra del gran B.B. King, y recordó su profecía y recordó su decisión.

 

Mr. Blue ha muerto en su celda, y aunque sigo vivo aún no se si morir, se haogó en su recuerdo, con esos rizos sinónimos libres, la desesperación de la lejanía, la esperanza de un avistamiento próximo, la intención de quedarse con ella, el pesar de estar a un millón de pasos y estar a dos de los barrotes que lo separan del camino, pues entonces tomaré el atajo, la correa, el filo del barrote, del espejo de la celda, tomaré el atajo entonces si no la tengo, si la pierdo nada más queda, pues un millón de pasos es increíblemente tormentoso y la idea de su privación total es aún más dura, aún más triste.

 

Por eso comienza el camino hoy, para recorrer el millón de pasos, para no asistir al juicio, para no oír la radio del guardián, hoy empieza la anábasis sin fin,  la travesía y el andar aquella ruta que aún no me decido a tomar.  Hoy empieza el divorcio de mis adentros, de mi conciencia, tal vez de mi prudencia, hoy empieza el divorcio del barrote afilado, del espejo hecho trizas, hoy voy hacia tí. Libertad.

 

MR. BLUE

 

Autor: Joaquín Alonzo Butrón Begazo

Pintura: Rooftops In The Snow - Jeremy Mann

 

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